En terapia infantil hay días en los que los niños no traen demasiadas palabras, pero sí algunos objetos cargados de sentido. Hace poco, por ejemplo, un niño con el que solíamos jugar a juegos de construcción, llegó a la sesión con una serpiente pequeña de juguete. No había teatralidad en su gesto, pero sí una manera particular de mostrarla, como si trajera consigo algo que necesitaba ser visto desde otro lugar.
En esta sesión, a diferencia de otras en las que solíamos construir con cubos, el niño quiso dibujar. No porque se lo sugiriese, sino porque había algo necesitaba ser representado. Quiso dibujarle una habitación a su serpiente. Le hizo una cama, una mesilla, y le colocó un ventilador. «Por si tiene calor», dijo con una sencillez que conmovía. Detrás de ese gesto, aparentemente cotidiano, se abría la posibilidad de imaginar una elaboración psíquica en curso.
Muchos niños atraviesan etapas de inestabilidad emocional cuando los adultos a su alrededor atraviesan procesos de separación. Las mudanzas, los nuevos horarios, los espacios que cambian de función o que quedan a medio armar. Todo eso genera movimientos en su mundo interno, que aún no siempre pueden expresar en palabras.
Para que el niño pueda jugar, debe tener un lugar donde estar seguro; solo así se atreve a explorar. 1
El miedo infantil muchas veces se arraiga en la sensación de no tener control sobre lo que ocurre; crear algo propio puede ser una forma de compensarlo. 2
Cuando el niño siente que puede influir en su entorno emocional, su sistema nervioso se calma. Y en esa calma, aparece el juego 3
Trabajo con niñas, niños y familias ofreciendo un espacio terapéutico donde el arte, el juego, la palabra y el vínculo se entrelazan. Si te preguntas si tu hijo o hija podría beneficiarse de un acompañamiento emocional, o si sientes que algo se está expresando en su comportamiento, puedes ponerte en contacto.